¿Por qué el subcomisario Arrúa es el principal sospechoso del asesinato del cabo primero Miñarro? Los indicios y las pruebas son contundentes. Indican que la víctima fue ultimada con su propia pistola reglamentaria 9 mm, la que desapareció del lugar. Desde un análisis de la psicología criminalística sobre el proceso y mecanismo del sangriento episodio, la conclusión es que “el criminal actuó con total libertad, era de confianza y ejercía cierto dominio sobre la víctima”. No hubo ningún intento de robo de avionetas. Lo único que no se encontraron son las armas. ¿Fueron robadas esa noche, o hurtadas poco a poco mucho antes? ¿Por qué asesinaron al joven policía?
Por estas horas la jueza de instrucción penal de Eldorado María Laura Rodríguez se debate entre seguir la pesquisa sobre pistas que más bien parecen inventadas y que ya se diluyeron totalmente, o hacer un giro de 180 grados sobre ese falso eje investigativo y resolver la detención del jefe del destacamento policial, el subcomisario Ricardo Andrés Arrúa, como principal y único sospechoso del asesinato del cabo Leonardo Maurcio Miñarro.
El subcomisario Arrúa y el frente del destacamento donde fue asesinado Miñarro.
“Todos los caminos conducen a Roma” reza una expresión de esa antigua ciudad europea, que marcaba el inicio de todas las calzadas de la mitológica urbe..
Hoy, en el caso del espeluznante asesinato de Miñarro, todos los caminos, todas las miradas, todos los indicios y todas la evidencias, conducen a Arrúa. Y solamente a él.
El cabo primero Miñarro fue asesinado de dos balazos, uno en el pecho y otro en el brazo, con una pistola 9 mm, en los primeros minutos del lunes 30 de diciembre, en un destacamento especial de la Policía de Misiones, donde no se alojan detenidos ni se atiende al público, el plantel total es de 8 efectivos, tipo comandos, que se encargan de prestar apoyo a los allanamientos y controlar manifestaciones, y se encuentra en el Aeroclub de Eldorado, en el kilómetro 11, alejado del casco urbano y al este de esa ciudad. Operativamente, depende de la Unidad Regional III (UR III) de Eldorado. El cadáver del joven suboficial fue encontrado alrededor de las 7.30 del día mencionado.
Frente del destacamento.
Según un inventario realizado en el destacamento, faltaron 9 armas reglamentarias de la Policía de Misiones, entre fusiles, ametralladoras, escopetas y una pistola 9 milímetros.
Ante las graves irregularidades administrativas y operativos descubiertas en la inspección del destacamento, el ministro de Gobierno de Misiones, Marcelo Pérez, dispuso inmediatamente el cierre del lugar y el pase a disponibilidad de Arrúa, quien por el momento está siendo objeto de un sumario administrativo.
Conjeturas y teorías conspirativas por doquier
En un principio hubo numerosas conjeturas y teorías conspirativas sobre el hecho. Que el asesinato fue perpetrado por un grupo comando de Paraguay o Brasil que intentó robar una o dos avionetas del hangar del Aeroclub Edorado; que se trató de un ajuste de cuentas producto de un drama pasional o por dinero malhabido; que Miñarro fue ultimado de tres balazos en la cabeza porque resistió el robo de las avionetas, etcétera.
Sin embargo todas esas elucubraciones se derrumbaron estrepitosamente ante al cúmulo de indicios y evidencias recogidas por peritos, investigadores y médicos forenses.
No hubo ningún grupo comando, y Miñarro fue ultimado por una sola persona, especialista en el manejo de una pistola 9 mm,
Las máximas autoridades policiales constataron que el destacamento funcionaba en medio de un desorden casi total, razón por la cual “las armas inventariadas por efectivos de la UR III pudieron haber desaparecido esa noche, hace varios meses o poco a poco durante un buen tiempo”.
Vista aérea del hangar del Aeroclub Eldorado, y del destacamento policial.
Las pruebas y evidencias
Arrúa declaró que cerca de la medianoche cenaron con Miñarro –quien vivía en el lugar- unas milanesas, pero la autopsia del cadáver determinó que en el estómago los forenses encontraron solamente restos de poroto y arroz. Sí se pudo determinar que el jefe policial fue la última persona que estuvo con el cabo primero antes de ser asesinado.
Nadie escuchó ningún ruido en los alrededores del Aeroclub, los perros no ladraron, no se encontraron rastros de vehículos que hayan andado esa noche en ese lugar, no hay vestigios de un intento del robo de las avionetas, nada de nada que indique que todo fue obra de un grupo comando. Esto permite inferir que no hubo intento de robo de las aeronaves y que una sola persona fue la autora del asesinato del cabo primero.
Las pruebas señalan también que quien le disparó a Miñarro fue un especialista en el manejo de una pistola 9 mm que seguramente sabe cómo disparar para que no le queden rastros de pólvora en la mano asesina o cómo limpiarse para que desaparezcan totalmente.
Según un análisis desde la óptica de la psicología criminalística, “el asesino actuó con total libertad, era de confianza y ejercía cierto dominio sobre la víctima”, lo que le permitió apoderarse sin resistencia de la pistola de Miñarro y matarlo con esa misma arma, que luego hizo desaparecer. No se encontraron rastros de que la víctima haya intentado defenderse.
Preguntas y más preguntas
¿Cuál fue el móvil final del asesinato? ¿Lo mataron porque descubrió algo y conocía muy bien al homicida y podría delatarlo? ¿Las armas fueron robadas esa noche, mucho antes o se hurtaron poco a poco? ¿Si el robo de los fusiles y pistolas originó el asesinato, Miñarro fue partícipe de ese delito y hubo desavenencias en el reparto del dinero, o solamente tenía conocimiento y manifestó su decisión de informar a las autoridades de la URIII?, son algunos de los grandes interrogantes, entre otros tantos, que deberán tratar de responder los investigadores de este truculento caso.